sábado, 22 de mayo de 2010

MICRORRELATOS

Se colocó bien la montura de las gafas sobre su nariz. Ahora, ahora lo veía todo claro. ¡Que ciega había estado!. Reclinó su cabeza en el respaldo del sillón y esperó, no sin cierta vergüenza, la llegada de la oscuridad del atardecer y con ella esa ceguera que le permitía seguir viviendo.

A las más de 60 mujeres que pierden la vida cada año como consecuencia de la violencia machista.

2 comentarios:

  1. Ese es el relato de una de las muchas mujeres que son maltratadas, que se sienten incapaces de ver más allá y están en una espiral, me gusta tu entrada, sigue escribiendo Amelia, llegarás a tener un blog muy interesante.
    Un beso guapa.

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  2. Me gusta!!!Hay que luchar contra cualquier caso de maltrato.
    Saludos

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