Esta mañana me he encontrado con una amiga que ha perdido recientemente a una persona muy querida por ella. Esta circunstancia me ha hecho reflexionar acerca de la fugacidad de la vida y de lo poco que reparamos en ello.
Andamos tan metidos en nuestra cotidianidad, en nuestros,por lo general, míseros "problemillas",en nuestras envidias, que nos olvidamos de levantar la cabeza, mirar a nuestro alrededor y disfrutar de lo que tenemos,que habitualmente no suele ser poco.
Lo malo de andar siempre con la vista puesta en nuestro propio ombligo es que pasamos por la vida sin darnos cuenta del privilegio que supone vivirla y un día nos despertamos con la sensación de que ya es demasiado tarde.
Tarde para decirle a nuestra pareja aquellas palabras de amor que nunca le dijimos,tarde para demostrarle a nuestros hijos que nos sentimos orgullosos de ellos, tarde para dedicarles a nuestros amigos el tiempo que se merecen, en definitiva, tarde para vivir lo que realmente merece la pena.
Un beso Mari Carmen